Cuando el viento frío y persistente enfría las aguas marinas superficiales,
se hunden masivamente y a gran velocidad formando masas de agua
que discurren a través de cañones situados a miles de metros de profundidad.
Estas cascadas arrastran una gran cantidad de agua y sedimentos
que erosionan el fondo, así como materia orgánica de un alto valor nutritivo
que sirve como alimento a las criaturas que viven en los fondos abisales.
Las zonas del planeta en las que se producen un mayor número
de cascadas submarinas son el Ártico y el Antártico, aunque también podemos
encontrarlas en el cabo de Creus, en Girona.