Luján tiene 36 y juega desde los 7. Fue campeona nacional absoluta siendo sub 12 y sub 16. Dice que le gustó “Gambito de Dama”, pero que a ella nunca le besaron la mano después de perder. “La serie claramente es ficción, muestra lo que debería haber pasado”, dice, aunque destaca que el boom de Netflix “haya puesto el tema sobre la mesa”. El Índice de Participación de las Mujeres (IPM) relevado por el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) advierte que Deportes es uno de los ámbitos con menos participación de mujeres, con un 12%. Dentro de ese precario marco general, el ambiente del ajedrez se ubica como uno de los más excluyentes.
Desigualdad
“Hay acoso y está totalmente naturalizado. ¿Te vienen a chamuyar? Y bueno, sos la única piba que hay, no le des bola. Que no haya un baño para mujeres, que el aire acondicionado esté al palo; estás jugando sentada, tenés frío y te dicen ‘bueno, están todos en remera’. Los horarios son tarde, entonces tenés que volverte de noche en colectivo, por ejemplo. Y es más peligroso para nosotras”, enumera Luján. A eso le suma que no hay formación de base, como en otros tantos ámbitos deportivos. Frente a la afirmación de que “el deporte femenino no vende”, la ajedrecista se pregunta: “¿Qué hacen para que venda? Porque el único que venden es el masculino. Si ponen un partido de fútbol un lunes a las 10 am, ¿quién lo va a mirar? Es el huevo y la gallina. Si quieren vender, metan el partido un domingo, en la previa del partido de los varones, que ya hay un público convocado para el evento. Busquen marcas afines, etcétera. Hay maneras”, asegura.
Luján se consagró como una de las mejores del país en lo suyo y compitió (y ganó) torneos de ajedrez mixtos y femeninos. En 2017 se negó a disputar un mundial femenino en Teherán, Irán (junto a otras siete campeonas), porque las obligaban a cumplir “leyes de una teocracia” aún en la sala de juego, que debiera ser imparcial. “No fui porque mi argumento es que yo respeto la diversidad cultural, pero sentía que no respetaban la mía. Me obligaban a participar de una cultura que no tengo. Y que inclusive por ignorancia podía ser penalizada de maneras graves”, plantea. Y recuerda que la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) las reemplazó a todas “así nomás” por otras jugadoras.
Rebusque
Ahora, junto a cuatro compañeros varones (uno de ellos el gran maestro Alan Pichot, de 22 años) busca viajar a Sochi, Rusia, a través de patrocinio privado. “Nunca tuve la tranquilidad de decir ‘me dedico a entrenar’. Que me inviten a un torneo y poder decir sí, viajo. Le pasa a un montón de atletas, no es solo el ajedrez”, puntualiza. “Los torneos de ajedrez tienen premios en efectivo, entonces para el Estado se pone muy fino definir el amateur y el profesional. Sí, cobramos premios, pero me sale 10 veces más llegar a Rusia de lo que voy a ganar. Y el apoyo a federaciones -conducidas por patrones de estancia- nunca llega, es totalmente arbitrario el modo de postular y convocar, no hay planificación”.
Por eso, lamenta, antes de cada mundial “todo explota: los jugadores empezamos a visibilizar que no tenemos nada, y ahí la Federación dice ‘nos estamos ocupando’. Pero se termina resolviendo por nuestra presión, o porque aparece un influencer, político o incluso un anónimo, que dice: yo te pago todo”. Cuenta que a ella le pasó, y a varios de sus colegas también. Y si bien agradece “eternamente” esas buenas intenciones, insiste en que el problema es “estructural”. Por lo pronto, desde que comenzó la campaña, Amelí Mates, Pirca Safety y Grupo Gaman la apoyan para lograr su sueño, que se concretaría el próximo el 2 de julio. Y sigue abierta a colaboraciones.