Muy atrás quedaron los tiempos en que el Gobierno marcaba un techo salarial de entre 29% y 32%, como forma de alinear las expectativas inflacionarias para este año.
Duró poco esa estrategia. El segundo semestre arrancará con un nuevo panorama, por la aceleración en la suba generalizada de los precios. La novedad, también, es que el propio Gobierno está marcando una nueva referencia.
El horizonte de pauta salarial para este año, ahora, se acerca al 45%. Unos puntos por encima de lo que el equipo económico espera como inflación para 2021. Si fuera así, se cumpliría con el objetivo presidencial de que los salarios le ganen a la inflación, algo que no sucede desde 2017.
De todas formas, nada está dicho: el último relevamiento del Banco Central entre consultoras económicas dio una expectativa de inflación de 48,3% para este 2021.
Lo dicho: fue el propio Gobierno el que vino marcando la nueva pauta salarial en las últimas semanas. Sucedió con el arreglo del «Personal del Congreso, que convino un incremento salarial del 46,4%, en tres cuotas acumulativas.
Detrás, apenas, se ubicaron los «Trabajadores de la ANSES», con un incremento del 45,5%. Y los «Trabajadores del PAMI’, con el 43%.
Es decir, se trata de pautas habilitadas por el propio Gobierno, que busca darle esa nueva referencia al sector privado.
De hecho, los camioneros firmaron un 45% de incremento antes del fin de semana. Y los encargados de edificios -un sindicato allegado al gobierno nacional- acaban de revisar lo firmado en marzo (32%) para alcanzar ahora un 44,8%. Un salto que tendrá impacto en el costo de las expensas.
Algo parecido sucede con el «Personal doméstico«, que acordó una suba del 42%. Es una paritaria en la que una de las partes es el Ministerio de Trabajo. Está clara la nueva estrategia.
En el equipo oficial admiten como una derrota que los precios se hayan desviado claramente de la pauta original del 29% escrita por Martín Guzmán en el Presupuesto 2021. Una proyección que ya quedó desvirtuada.
A cambio, en el elenco oficial afirman que «es totalmente posible» que la inflación de este año cierre en torno del 40%. Incluso algo más abajo, alrededor del 38%. Aunque el objetivo central -en plena campaña hacia las elecciones de medio término- estará puesto en lo que suceda con el precio de la comida. «Como mínimo buscamos que al menos termine en la misma línea que la inflación general; no por arriba, como viene sucediendo en los últimos años», dice la fuente consultada.
La perspectiva, argumentan los funcionarios, es con una clara tendencia a la baja durante todo el segundo semestre.
Para lograr el objetivo -más optimista que en el sector privado-, el Gobierno tiene decidido no aplicar más aumentos de las tarifas de luz y gas. Ni de los combustibles. Y presionará para mantener acotada cualquier suba en los alimentos, incluida la carne.